Eduardo Castillo

Todos los que conocimos en la intimidad a Luis de Guevara—el inquietante y sibilino poeta del misterio y del más allá—guardamo…

Pon en tu boca, niño, el sol, una sonrisa de tu madre y el amor. Conocerás el sabor de la paz. P…

María, señora de mis pensamientos que añoras y sueñas en tierra lejana en las tardes límpidas…

Un serruchito de oro está cortando la noche. El niño despierta, escucha, y sonríe ruiseñores. …

Arrorró mi niña, arrorró mi rosa, que te trae el sueño una mariposa. Arrorró mi ni&ntil…

Para mí la rama, par ti la flor. Cantemos, dancemos, corazón. La luna y la rosa para tu ilusió…

El alma de la tarde se anuncia en la furtiva esquila del rebaño que retorna: la laguna —tal un gran ojo herido por u…

Cuando el pajarito asomó la cabeza fuera del nido, el viento se sacó una pluma de la frente y se la pu…

Nana, mi nanana, lirio y alhelí, que baja la noche con su manta gris. Nana, mi nanana, menta y yerbabuena, …

Ya el otoño llegó, y aún busco aquella novia lejana cuyo cuerpo leve es un ampo de rosas y…